¡Qué gran encargo nos diste Señor!

Qué Gran encargo nos diste Señor

Rosita se acostó muy tarde, su hijo tenía fiebre, mientras mojaba y exprimía una toallita
blanca para ponerla en su frente cantaba una antigua canción de cuna que le había
enseñado su abuela. Mientras tanto, Pablo, recostado en la otra cama, abrazaba y
consolaba al más pequeño, pues la luz de las velas le habían despertado…