El reto Tik Tok de estos tiempos: Compartir hasta que duela

La crisis económica que estamos viviendo a nivel mundial, producto del COVID 19, no tiene precedentes en la historia. La inmensa mayoría de personas han dejado de percibir ingresos o los han visto reducidos considerablemente. Ningún Estado, por más poderoso que sea podrá solucionar en un corto plazo esta situación. El propio EEUU tambalea frente a las 26 millones de solicitudes de seguro de desempleo que ha recibido hasta hoy. ¿Cómo evitar que esto derive en hambruna, desordenes sociales y caos generalizado?

Fuera de lo que puedan hacer los gobiernos, tiene que haber una corriente de solidaridad de persona a persona. Algunas instituciones religiosas, municipales y humanitarias ya vienen haciendo lo suyo con encomiable esfuerzo. Sin embargo, ello no será suficiente si no nos involucramos TODOS con gestos solidarios concretos y cotidianos en favor de la gente que tenemos más cerca (nuestro prójimo). Esto significa asumir la solidaridad como parte de nuestra cultura y nuestra forma de vivir. Para cumplir este reto, la Palabra de Dios nos advierte lo siguiente:

1.- “Por tanto, cuando hagas limosna no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas o por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres. En verdad os digo que ya reciben su paga. Tú en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha” (Mateo 6, 2 – 3)

Cuanto más discreto sea nuestro compartir será mucho mejor. No se trata de buscar el anonimato sino una prudente discreción. Es normal que el beneficiario llegue a enterarse quién es su benefactor. El buen samaritano no le pidió al posadero que ocultara su identidad al prójimo enfermo (Lucas 10, 25 – 37). El problema se presenta cuando “trompeteamos por las calles” nuestras obras de misericordia buscando “ser honrados”. Esta tentación está más vigente que nunca con las redes sociales. Los víveres que puedas compartir con tus vecinos o alguna transferencia que hagas a la cuenta de un amigo, no requieren de selfies ni de publicaciones, ¿no es cierto?

2.- “Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba como la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de los que les sobraba, pero ella en su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir”  (Marcos 12, 41 – 44)

No se trata de condenar a los ricos y santificar a los pobres automáticamente. Jesús recibió la ofrenda de la viuda con el mismo amor con que recibió luego la fortuna de José de Arimatea (Juan 19, 38). ¿Cuál es entonces la mejor ofrenda ante los ojos de Dios? La clave está en las dos últimas frases del texto citado. La viuda ofrendó más que todos porque esas dos monedas de cobre eran todo lo que poseía.

No se trata solo de dar sino de darse. No se trata de un acto sino de una conducta. Como decía Santa Teresa de Calcuta: “Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal”. Hay ofrendas o ayudas que realmente no nos duelen, pues no te juegas nada al ofrecerlas. No hay riesgos, ni privaciones, ni renuncias, ni sacrificios de ningún tipo.

En este tiempo en que casi todos estamos con menos ingresos, con deudas acumuladas y con el futuro hasta ahoy, aún incierto, lo que compartamos nos va a doler de todos modos y mucho. Pero esta situación de dolor, nos da la oportunidad perfecta para hacer una ofrenda agradable a los ojos de Dios. No perdamos esta maravillosa ocasión de acumular este tipo de tesoros para el cielo (Mateo 6, 20) y no perdamos la oportunidad de viralizar esta iniciativa, como uno de los tantos challenges que salen en estos días.

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